Lo más curioso de Tocquerville era ver la banda de negros que caminaban siempre juntos por las peores zonas de la ciudad. Ninguno de ellos había entrado nunca en la cárcel, ni siquiera habían sido arrestados, pero la gente los veía y se cruzaban de acera. Eran apodados como 'LOS NEGROS', y sólo la cursiva del texto sabe simbolizar el odio fonético que destilaban esas palabras pronunciadas por cualquiera de los, a priori, respetables habitantes de la urbe.

'LOS NEGROS' siempre vestían de blanco, tendían a ducharse sólo una vez (al mes) y siempre que se cruzaban con alguien a menos de dos metros, si no habían conseguido ya ahuyentar al pobre incauto con su mala fama, su olor corporal hacía el resto. Eran asquerosos, pútridos, incomplacientes y tremendamente libres.

Nadie en su sano juicio se atrevería a llevar la contraria en algún tugurio a 'LOS NEGROS' (aunque tampoco se recordaba que ninguno de ellos hubiese causado disturbio alguno). La gente era extremadamente cordial con ellos cuando entraban a un garito, no querían problemas. 'LOS NEGROS' no sabían apenas hablar inglés, pero tampoco les hacía falta. No se presentaban. No preguntaban. No asentían. Ellos sólo EJECUTABAN.

Un día, hace menos de tres semanas, 'LOS NEGROS' se presentaron en un comercio del barrio alto. 'Míralos, ahí van, esos son LOS NEGROS' parecían decir los habitantes de la zona rica de Tocquerville, poco acostumbrados a la estética de estos salvajes. Sólo habían decidido salir de los suburbios por una razón, allí todo el mundo sabía de su existencia. Era el momento de mirar más arriba.

Para ser sinceros, muchos de los habitantes de Tocquerville envidiaban a 'LOS NEGROS'. Y es que, en el fondo, ellos siempre conseguían lo que perseguían. Su determinación, unida a esa incapacidad para ser políticamente correctos hacía que fuesen los seres menos violentos y, a la vez, más poderosos de toda la ciudad.

Como persona 'de bien' que seguro que eres, sólo espero que nunca tengas que encontrarte frente a frente con 'LOS NEGROS'.